Hay momentos, puntos claves de la vida, que parece que las cosas se frenan.
Un minuto de silencio te otorga el destino para poder pensar un poco las cosas.
Un minuto, que por más que solo sean 60 segundos, parece eterno.
Un momento en el que uno se da cuenta qué son las cosas que realmente valen la pena.
Ese momento es tan importante que uno no debe dejarlo pasar.
Y a su vez, uno debe tener cuidado de las conclusiones que salen del mismo.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Orden, Control, Poder. Parte 1
Como ya les conté, soy una persona que necesita tener todo controlado. Detesto perder el control de las situaciones o de mi cuerpo físico. Necesito que todo esté en control, pero ese tipo de orden impuesto sólo por mí. Tengo la manía que si yo no hago las cosas o no las superviso, no se van a hacer como yo quiero que se hagan.
Esto termina siendo mi prisión. Nunca poder perder el control porque la cabeza maquina y maquina sin parar. Tengo tan sólo 20 años (recién cumplidos) si soy así ahora que no tengo nada bajo "mi control", que va a hacer de mí cuando (si es que pasa, y esperemos que si) se cumplen mis ambiciones de lograr fundar mi propio mini-emprendimiento textil.
Hoy lo veo reflejado en mi jefa. Muchos la toman de loca maniática pero tiene toda la razón en las cosas que hace o dice (por más que no comparto el método). Ella quiere que esté todo perfecto y en el orden que ella quiso imponer e impone. Pero termina haciendo llorar a sus empleados, o pone incómodos a muchos.
Entonces, yo hoy reflexiono: ¿realmente quiero ser ese tipo de persona? ¿realmente quiero que mis empleados lloren por culpa de mis acciones?
Por eso, necesito cambiar estas manías. Salir de esta prisión, mejor dicho obsesión por el orden, por el control, por el poder.
Esto termina siendo mi prisión. Nunca poder perder el control porque la cabeza maquina y maquina sin parar. Tengo tan sólo 20 años (recién cumplidos) si soy así ahora que no tengo nada bajo "mi control", que va a hacer de mí cuando (si es que pasa, y esperemos que si) se cumplen mis ambiciones de lograr fundar mi propio mini-emprendimiento textil.
Hoy lo veo reflejado en mi jefa. Muchos la toman de loca maniática pero tiene toda la razón en las cosas que hace o dice (por más que no comparto el método). Ella quiere que esté todo perfecto y en el orden que ella quiso imponer e impone. Pero termina haciendo llorar a sus empleados, o pone incómodos a muchos.
Entonces, yo hoy reflexiono: ¿realmente quiero ser ese tipo de persona? ¿realmente quiero que mis empleados lloren por culpa de mis acciones?
Por eso, necesito cambiar estas manías. Salir de esta prisión, mejor dicho obsesión por el orden, por el control, por el poder.
Ambigüedad futura
A veces las cosas no salen como uno espera.
En cierta manera, nunca salen como uno espera.
Por un lado, se podría decir que esa ambigüedad sobre el futuro
es lo divertido del presente.
Las ansias. La espera.
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