Era una cálida noche de verano cuando lo conocí. Estaba en una clase de esos cursos de idiomas que tanto me gustan hacer. De vacaciones, relajada. El verano estaba comenzando dulcemente. Y hacia apenas una semana que había empezado en ese nuevo lugar con mi mejor amigo con la excusa de un viaje. O mejor dicho, el deseo y ambición de conocer Nueva York.
El primer día de clases, le confesé ingenuamente a Nicolás que sólo quería conocer gente con la idea de nuevas amistades sin llegar a más lejos. Ingenua. Boba como siempre.
Esa noche algo fue distinto. Ni bien llegue al instituto, el profesor era nuevo, y joven. Al finalizar la clase, sin pensarlo todo el grupo salio caminando a la par, cada uno con su propio destino de esa noche. Entre nosotros, el profesor James. Algo tonto pero inexplicable como "el destino" o "el azar" nos provocó que termináramos todos juntos cenando en mi casa. Unas pizzas. Una guitarra. Poco a poco, James nos contó su historia. Americano (justamente de Nueva York), recibido en Filosofía y Letras, pero aburrido de su vida. Y con esa excusa, estaba en Argentina.
Una cosa paso a la otra, y sin darnos cuenta las horas habían pasado como minutos. Y yo no podía sacar mis ojos de encima de James. Como hablaba inglés y como tocaba la guitarra cantando con tanta simpatía me volvía loca. Ya con alcohol corriendo por la sangre, la noche comenzó a finalizar de a poco. El resto del grupo se fue quedando James, Daniela y yo.
Sin darnos cuenta, comenzamos a estar en nuestro propio mundo. Miradas que iban y venían. Comentarios provocadores nos envolvían excluyendo desconsideradamente la presencia de Dani.
Finalmente, ella se levantó para ir al baño; y por unas palabras erróneas, James comenzó a masajear mi cuello. Ahí caí profundo en un abismo, y me encontré en otra dimensión paralela a la situación real.
Logré ver mi cuerpo desde afuera, como se relajaba en las manos de un completo extraño. Mi cuello comenzó a sentir el calor de sus labios. Giré y lo miré desafiante. Le pregunté que estaba haciendo, y sin respuesta, le dije que esto estaba mal. Y era cierto. Estaba prohibido. De todas formas, me besó. Y todo mi cuerpo enloqueció como nunca.