Hay veces que, simplemente, no lo puedo evitar. Soy así. Mi cabeza divaga y divaga, se pierde sola en el abismo. Se asfixia sola en el exceso de pensamientos inútiles. Se hunde en el pozo más hondo de mi inconsciente, mas bien consciente. Y termina tocando fondo.
Mi fondo, fondo fondo, es acordarme de esas personas. Es el comienzo de la depresión y del magnetismo, sofocante, a lastimarse a sí mismo.
Recuerdos de esas personas que hace no mucho tiempo eran tanto, y hoy no son nada. Personas de las que pasaron meses de las que no tenes noticias, ni siquiera un cruce superficial de palabras.
(Personas... Persona: Él---Impulso mentiroso de tomarlo como un plural)
Y vuelvo a retomar ese camino oscuro, prohibido por aquellos que me quieren. Trayectoria de laberinto circular, lleno de preguntas sin sentido sobre el pasado, lleno de respuestas vacías.
Sin embargo, dulcemente llega un momento donde se frena esa alucinación vagante y masoquista; y entra en juego la esperanza de un futuro mejor. Un futuro que sea como el pasado. Esperanza errónea y estúpida, que no entiende que las cosas nunca vuelven a ser lo mismo. Imposible.
Esperanza que sólo sirve para no retomar el laberinto oscuro y masoquista que circulan mis pensamientos.
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