Cargando bolsos, caminas por la ciudad. Cargando fotocopias, libros, cuadernos. Cargando, también, una sonrisa en tu rostro. El cansancio te agobia y sólo pensás en la hora de acostarte. El dolor se expande por el cuerpo. Dolores tontos como el típico dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de cuello. Pero por más que sean tontos, te acompañan y te molestan. De todas maneras, la sonrisa sigue impregnada a vos. Te sentís tan bien. Caminas pisando fuerte, tratas de disimular las ganas de gritar, saltar de alegría. No podrías explicar concretamente qué es lo que te hace sentir tan bien, sólo lo estas.
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