Hay momentos en los que sentís que no necesitas más. Momentos en los que sentís que el tiempo se frena y tu corazón se llena de algo inexplicable, llamado Felicidad. Todo se frena, como si fuese en cámara lenta. La gente pasa de correr y empujar a deslizarse suavemente a tu lado. Ahí te encontrás vos en ese abismo de tiempo y tus sensaciones arden, explotan al son de la música que trae tu corazón. Sentís con todos tus sentidos todo lo que te rodea. Disfrutás, vivís, recordás. No hay nada más afuera.
Y ahí me encontraba yo, apoyada en una pared, fumando un cigarrillo, escuchando al hombre desconocido tocar la trompeta. Estaba en la puerta del Alto Palermo. Un lugar vulgar, rodeada de gente desconocida. Pero me sentía tan bien, como si estuviese en el lugar indicado sin hacer nada. Me sentía parte de ese ritmo, parte de esa ciudad. Feliz de mi nueva vida.
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