Una vez terminado un viaje, termina la fantasía. Se vuelve a la vida cotidiana, a lo vulgar del día a día. Pero nos quedan los recuerdos de los buenos momentos tan vividos. Y se comienza una nueva fantasía. La de volver a viajar, la de volver a los pisos que una vez se caminó. Volver a ver las cosas que uno vió: monumentos, museos, personas. Yo no dejo las fantasias de lado. Sueño con ellas día a día mientras recuerdo lo que viví.
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