Nunca quise sacarte de mi vida, nunca quise pasar tanto tiempo sin saber de tus cosas.
Nunca quise perderte, pero lo que teníamos se había estropeado. Se había ensuciado con tus manos.
Ya no teníamos más escaleras para subir, habíamos llegado a la cima del mundo. Y estábamos empezando a caer en un abismo sin fin. Ya no lo soportaba más y tuve que cortarla, cortar con todo. Terminar con todo lo que se trate de vos.
Y así fue, como me arranque un brazo, una pierna... sentía que faltaba una parte importante de mi cuerpo. Hasta que aprendí a vivir con ese hueco en el medio de mi estómago.
Hoy en día, ya no siento tu vacío. Sin embargo, suelo sentir una dulce nostalgia que me envuelve y recuerda esos pequeños momentos en los que eramos dos nenes, que nada entendían, pero felices eran.