viernes, 30 de septiembre de 2011

El cachorro de profundos y grandes ojos.

Un día, no muy distinto al resto, no muy particular, vas caminando con la cabeza en alto. Tu mundo te parece perfecto. Vas caminando feliz, tranquila.Y de repente, algo te frena. Algo te detiene y al mirar al suelo, al dudar por 5 segundos de tus ideales y de tu felicidad tan profunda. Lo ves ahí, un cachorrito de ojos grandes que te mira desconsolado, llorando, abandonado. Tirado en el suelo. Tus ojos se llenan de alegría. Crees que es lo único que te falta para ser completamente feliz. Tu mundo se frena.  No podes seguir caminando sin adoptarlo. Sin tomarlo entre tus brazos. Y eso es lo que haces. Tu vida tiene un cambio radical, abandonas todo por el pequeño. Te crees feliz, estas enamorada del animalito con profundos ojos. Lo idealizas, lo crees perfecto. Con sus arrugas, su pelo sedoso, sus patitas. Te encanta dejar todo por el cachorro.
Pero, vos, ignoras la escena. El animalito ya no es más el cachorrito fiel de profundos ojos, y tampoco es un perro crecido. El animal se ha convertido en un monstruo chupasangre que lo único que hace es degradar tu vida, agotarte, hacerte miserable. Vos tenes un vacío en el estómago, pero no te cuestionas tu situación. Estás completamente enamorada de aquel bicho. Estas enceguecida de amor. A tus ojos sigue siendo un hermoso animal. Pero cada vez que das la vuelta, él te agarra del cuello, te succiona toda tu sangre, tu energía, tu vida. Te deterioras de a poco mientras él crece convertido en ese espantoso monstruo. Hasta que un día, te abandona. Te deja destrozada, arrojada en el suelo de la calle. Cuando él se llevo todo lo que vos tuviste alguna vez, toda tu energía, tu vida, tu felicidad. Y ahora, estás sola. Abandonada. Arrojada. Infeliz.

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