jueves, 8 de marzo de 2012

Sálvame, te suplico.




Me hundo en un abismo. Me veo fuera de mi propia cuerpo, me veo caer y caer. Sin poder parar. Sin poder pisar el piso, caigo y caigo sin freno. El aire choca con mi cuerpo, y yo caigo. Grito del dolor. Pero mi voz se pierde en el abismo al igual que mi cuerpo no físico. Caigo en la oscuridad, en la soledad, en el dolor.
Mi piel tiembla al pensar en qué pasará cuando toque fondo. Por suerte, nunca llego a descubrirlo.
Algo frena todo. El viento me sopla y vuelvo a estar en tierra firme, en pie. La soledad, la oscuridad y el dolor no desaparecieron pero ya no sigo en esa caída sin fin. El tiempo se ha frenado. Estoy en una realidad paralela a la terrenal, en un mundo casi imposible de creer. Nadie me sigue el ritmo, nadie entiende lo que siento. Nadie me comprende. No pueden, porque no están conmigo. No están en esto. Fantasía abstracta invencible, me arrastra. No puedo salir. No puedo volver. Grito. Lloro. Intento moverme, pero no hay caso, mi mente está encerrada.
Mi mente, ha ido lejos. Sigue desbordada en ese mundo paralelo. En esa realidad inexistente llena de angustias propias. Mientras mi cuerpo físico sigue allí en el mundo cotidiano, real. Mi cuerpo se ha quedado inmóvil en esa habitación, atado a la gravedad terrenal. No puede volar con mi mente. No la puede alcanzar.
Se han separado dos partes de mí, y no las puedo unir. La locura me ha atacado. Me ha atrapado. No me deja ir. Quiero reír, y no puedo. Mis labios están inmóviles. Quiero llorar, y no puedo. Mis ojos están secos. Quiero gritar, y al abrir la boca, mi garganta estremece y mi voz desaparece.
Sálvame, te suplico. No dejes que mi mente quede atrapada. Llámame, y déjame volver a tu lado. Sólo tú podrás salvarme. Bésame. Abrázame. Toca mi cuerpo así mi mente se reúne con él. No me dejes ir.

No hay comentarios: