Sentís un abismo. Una grieta que te separa de aquél al que tus ojos ven fijo, al que tus oídos oyen sin querer escuchar, pero debes hacerlo. Te sentís lo opuesto a ellos. Sentís que no te comprenden, que no saben de lo que hablan, o por lo menos quisieras pensar eso. Establecen reglas que van en contra a las de tu juego. Te negás a respetarlas, pero sabés que no vas a poder ganarles. Este juego ya lo jugaron, tienen más experiencia. Pero tu éxito te nubla la mente, te hace creer superior, pero no lo sos. Ellos saben el camino y creen que es la única manera de jugar, pero ¿realmente lo es? ¿Hay posibilidades que pisen en falso y que su juego se desmorone, siendo vos finalmente el vencedor? La experiencia no te hace perfecto, sólo más sabio. Pero, con tantas reglas, ¿sigue siendo divertido el juego? ¿o se convierte en un círculo esclavizante sin fin? Sin más sonrisas y oscuro finalmente.
La pregunta es: ¿tus reglas o las suyas?
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