martes, 3 de julio de 2012

Corremos, apurados, en esta ciudad gris de calles oscuras. Caminamos juntos, pero separados; cada uno con su propio destino. Somos todos distintos, pero a su vez, somos lo mismo. Personas de esta masa, unidas por el ritmo de nuestros pasos. Un ritmo manejado por el tiempo. Escuchamos el tic-tac que nos apura y que no se puede detener.
Es una carrera sin meta. Saltamos los obstáculos por miedo de nos atrapen, no por miedo de no llegar.