jueves, 20 de septiembre de 2012

La escena que la rodeaba estaba pintada de blanco, con un cuerpo humano de celeste que le relataba aquella nueva noticia. Todo parecía tan real. Su cuerpo seguía en shock mientras sus manos comenzaban a temblar. Su mente pensaba en todo lo que ella quería haber hecho. Se imaginaba sus sueños hechos realidad, pero cada  imagen iba deshaciéndose, cayéndose en mil pedazos por el aire. El médico le explicaba su situación, ya había avanzado demasiado el mal sobre su cuerpo tan débil. Ingenua, creía que tenía el mundo por delante; y pocos meses de vida le quedaban.
Finalmente, todo se desvaneció. La habitación, el médico, sus manos temblorosas; todo desaparecía en pequeños segundos. Sin embargo, el susto y la angustia no habían desaparecido.
De repente, volvía a ver luz. Esta vez, era una luz conocida, un haz de sol que se cortaba entre los espacios de la persiana, luchando por entrar. Una cama, una almohada. Sola y transpirada. Era su habitación.  "Calma, ha sido solo un sueño", se repetía en voz alta para lograr que sus manos se detengan, pero nada lograba frenar el temblor.
Todo el día pasó y en su cabeza, no pudo quitarse la imagen y la idea de su pesadilla. Tenía tantas ambiciones, tanto futuro. Por primera vez, le tuvo un terrible terror a la muerte. ¡Ella quería vivir!