miércoles, 15 de febrero de 2012

Pedro y Serena.

 Ella, dulce como el viento. Él, un amante inevitable.


Era tarde. Ya los ojos le ardían del sueño pero no podía cerrarlos. Estaba hipnotizado. Enamorado de aquella preciosa mujer que yacía semidesnuda acostada a su lado. Él apoyado sobre sus codos, le besaba la espalda suavemente mientras un haz de luz del amanecer entraba por aquella persiana cerrada. Lentamente besaba cada parte de ese cuerpo precioso de tez blanca y perfecta. Lentamente miraba apreciando ese momento tan fugaz y hermoso.
Mientras él sólo podía pensar en cuánto amaba a esa mujer que dormía dulcemente a su lado, su querida Serena. Se creía tan feliz junto a ella, pero sólo quería llorar. Un sentimiento desastroso que le envolvía el cuerpo y el alma. Quería morir al recordar aquel día en el que ella se acercó a contarle lo peor que había podido escuchar en su vida. Él creía que con la expresión de su rostro ella lo iba a dejar. Creyó que podía ser lo peor que le sucediera,  pensó que podía ser lo peor que saliese de esos labios tan perfectos. Pero no, era aún peor.
Ella le comenzó a contar poco a poco su visita al médico. Y mientras ella lloraba desesperada, redactaba su conversión con aquel profesional. Contaba acerca de los resultados de aquellos estudios. Él escuchaba todo pero no podía mirarla, sus ojos se habían quedado en el movimiento que realizaban sus manos, no podía prestarle atención. Las palabras "expectativas de vida", que revelaban una realidad de 6 meses como mucho un año, junto con un "tumor cancerígeno", lo hicieron caer en un abismo en el que sólo se encontraba él mismo. Creía que el que iba a morir era él. No podía ser. Tenían que estar equivocados. Ella era tan perfecta, no podía irse. Él la amaba perdidamente y no podía salvarla. Esa sensación lo volvía loco.
Y ahora, ahí estaba, junta a ella, besándola mientras dormía tan pacíficamente. Desde la noticia, él no había podido pegar un ojo de noche. Tenía pesadillas terribles que le hacían revolver el estomago. Miedo a perderla. No quería ni imaginar lo que va a ser su vida después de... No quería pensarlo pero siempre venía a su mente ese recordatorio asqueroso, quitándole todo la felicidad que pudiese tener.

lunes, 13 de febrero de 2012

Volar

Si usted me pregunta, "¿qué me gustaría ser?" Yo le contestaría "un ave, para poder volar, sin frenar jamás". Y si usted me preguntara, "¿por qué volar?" Yo le respondería "no debe haber sensación más placentera que volar. Es como jugar al máximo con la libertad de un individuo".
Hay cosas que la mayoría de las personas no saben apreciar, cosas sencillas e increíbles como la libertad. Nunca lo olvide.
No importa lo que los demás piensen de uno.
Sólo importa lo que uno piensa de uno mismo.

El problema está cuando uno no lo sabe. 

Finales

Solemos contar muchas historias tanto en libros como en películas; historias de amor que enamoran, que emocionan hasta el punto de llegar a las lágrimas. Hay dos tipos de ellas: las de finales felices y las de finales tristes. Están de aquellas que te cuentan los problemas y circunstancias que tuvieron que sobrepasar dos personas antes de poder llevar a cabo una relación, y por otro lado, están esas historias que comienzan con toda la alegría entre dos amantes y que finalmente cuentan detalladamente los problemas que hicieron a estos dos individuos corromper aquella relación hasta el punto del quiebre, la angustia y el odio. Finales que suelen terminar en otras historias de amor, o en rencores almacenados o en la mismísima muerte de alguno de ellos o de ambos. Es decir, que las historias de finales felices serían aquellas historias que terminan con un comienzo. Y las de los finales que llevan a las lágrimas son realmente finales de alguna historia de amor. Con esto podríamos decir que los finales felices no existen porque la felicidad entre dos no puede ser eterna. Pero no malinterpretemos, esto mismo no es algo negativo, sino realista. Todo termina, pero por más que ese final lleve a las lágrimas, uno debe pensar en lo íntimo e increíble que fue ese amor en su momento. Nunca pensemos en su final, sino su transcurso. Y así es como no va a importar que su final haya sido triste y amargado.

viernes, 10 de febrero de 2012

Consume y mata.

El peor miedo de todos, es aquél que aterra y eriza la piel, aquel miedo a uno mismo. El terror a no saber parar, el terror de no conocer una parte de su cuerpo que grita fríamente por un sentimiento incomprendido. Ese terror de no lograr comprenderse a uno mismo y querer llorar. Miedo. Angustia. La psiquis que emerge dando vueltas de lo más profundo del inconsciente, pero al llegar a la superficie lo consciente lo intenta tapar. Ocultar. Reprimir aquellos instintos prófugos en el aprendizaje de uno. Aquellas sensaciones que se creían inexistentes, perdidas. Uno se consume pensando en los significados de sus sueños, de sus acciones espontáneas. Piensa en que significa. Tratar de entender ese bajo mundo de la psiquis interna y lejana a uno. Ese mundo surrealista que cada uno posee en su interior. Mata. Consume y mata.
Un miedo que te consume y mata lentamente.

martes, 7 de febrero de 2012

Hoy estaba regocijando la verdad que había descubierto, con un poco de miedo en mi timbre de voz. Me creía fuerte. Pero esos ojos que me miraban, al escuchar y tratar de entender, decían lo contrario. Esos gestos de lástima los supe leer en esos ojos. Pero yo seguía firme, diciendo convencida que podía lograr que esa persona cambie. Me sentía muy altruista y justa. Decía con fuerza y orgullo que yo daría mi vida por él, y que iba a mover el mundo entero por aquella persona que me había lastimado tanto en el pasado. Ella me afirmaba lo tonta que era por intentar volver a meterme en su vida.

Honestamente, no creo en nada. No creo en Dios. No creo en ninguna religión. Ni en supersticiones, tampoco en hechizos o encantos. No me es útil rezar. No puedo decirle al viento que cuide a alguien por mí. Y tampoco puedo quedarme cruzada de brazos, ni puedo olvidar. No puedo quedarme en las palabras que me dice el resto. No puedo dejar que las cosas fluyan porque sé que van a terminar mal.  Y estoy aterrada. Ya todo se le fue de las manos. Todo se fue al carajo. Algo tengo que hacer, y lo quiero hacer, pero no puedo parar de llorar del miedo que tengo. No a él, aunque sé que se va a armar alto quilombo, pero tengo más miedo de lo que le puede pasar a él y al resto. Yo lo amo a pesar de todo, y no es joda cuando digo que si algo le pasa, yo me muero.

Tormenta: física y mental.

La escena estaba oscura y nítida. Todo se movía y sólo se escuchaban dos risas y dos voces que gritaban exaltados por tanta lluvia. Dos amigos. Él y ella. Su mejor amigo. Corriendo debajo de la lluvia en pleno centro vacío y desolado. Calles oscuras y mojadas. El piso se movía con su propia corriente. Las hojas de aquellos árboles de ciudad, atrapados en aquella tormenta, vacilaban en el movimiento del viento. Todo era agua. Sus pies descalzos se movían sin parar con miedo de pisar algún que otro vidrio roto. Saltos en la lluvia. Estremecidos bajo el viento y el calor, bajo la humedad y el agua.
Y de repente, todo se frenó. Ella había quedado atrás atando su camisa por la cintura para no mojarla. Descalza y semidesnuda, corriendo. Cuando todo se frenó. De repente, vio pasar una figura conocida unos pasos más adelante de su acompañante. Al concurrir a esa escena segundos más tarde, lo vio. Era él, quien reía y corría debajo de la lluvia. Su rostro se desfiguró. Justo él tenía que ser.
En cuestión de minutos, hubo saludos y conversaciones entre dos amigos, mientras ella yacía a un costado, inmóvil. Sin hacer ni decir nada. Él insistió en alcanzarlos, y así fue.
Ni bien bajo de su auto, ella no dio más y el cigarrillo comenzó a prenderse en su boca. Su pulso inquietante, y el fuego moviéndose, vibrando rápido y molesto. Un momento terriblemente incómodo. Y con tan sólo verlo, supo que el resto tenía razón: no estaba superado ese amor,odio,rencor y pasión por ese chico.

Secretos

¿Nunca tuviste algún secreto especialmente íntimo que, por un lado necesitas gritarlo, contarle a alguien, pero la vergüenza te lo impide? Honestamente, tengo un secreto. Todos tenemos un secreto, por supuesto. Cada uno de nosotros tiene algo escondido en su placard. Algo íntimo que no puede contar. Pero suele haber veces en las que uno no entiende muy bien que es lo que le pasa y necesita alguien a quien explicarle, pero sabe que nadie de las personas que lo rodean, lo va a comprender. Y eso me sucede a mí. Tengo un secreto, necesito contarlo para entenderlo pero a la vez no tengo persona a quien preguntarle. Horrible sentirse así.

domingo, 5 de febrero de 2012

con la mejor...

No pienses, sentí.

No creas que estoy loca -le dije sabiendo que ella ya lo pensaba hace rato.- Pero, ¿alguna vez te inmovilizaste por voluntad propia en un lugar? Es algo raro lo que te digo, pero tenes que hacer así, mira. Yo te digo que a veces la gente piensa demasiado. Razona todo muchas veces, dejando de sentir. Yo lo que te pido es que te quedes quieta un segundo y sientas. Sentí todo lo que te rodea por una vez en tu vida. Intesificá tus sentidos al máximo. Transportáte. Sentí en tu piel la brisa, sentí el perfume que te rodea. Sentí la música o los sonidos que escuchás. Mirá detenidamente lo que tenés en frente. Vas a sentir un impulso, una vibración. Despegáte de tu cuerpo y miráte desde afuera. Volá. No pienses, sentí. Sentí cada parte de tu cuerpo. Amalo. Amate...-le dije muy entusiasmada. Como contándole de un nuevo invento para ser feliz, pero sólo supo reírse a tal confesión. Pero bueno, mucha gente me toma de loca sólo por ser como soy. Sólo por sentir lo que todos deberían sentir. Es una experiencia única. Si te animas, hacelo.

sábado, 4 de febrero de 2012

Amistad: dulce y para toda la vida.

En la vida, uno arma sus propios caminos. Lo más hermoso de éstos es que siempre tienen encrucijadas, y distintos cruces con otros senderos. En estos encuentros, uno conoce almas especiales. Almas vagantes, como las de uno. Personas que se destacan por ser aquellas que una vez que se encuentran contigo, no se van nunca más de tu camino. Siguen tus pasos pero a su propio ritmo. Hay momentos en los que los pies se frenan, y los tuyos siguen los de ellos sin entender. Sólo lo hacen. Como una especie de máquina que cambia su rumbo. 
En estos senderos que uno camina a lo largo de su vida, estas almas te enseñan,  y aprenden también de uno. Un  sentimiento de pertenencia, de referencia, logran armar en tu interior. Te hacen sonreír, cantar, y bailar. Siguiendo el ritmo de los infinitos pasos. 
A esto lo llamo Amistad. Es dulce y para toda la vida. Sin ataduras. Cada uno con su propio brillo y ritmo. Convirtiendo a uno en la persona más feliz de todas. Sin necesitar nada más, sólo de un buen amigo. 









Un buen amigo como ellas dos. A veces no se necesita conocerlas de toda la vida, simplemente caminar juntas un buen camino. Un camino basado en la honestidad y la confianza. Una Nueva o Vieja Amistad.

Dedicado a Florencia G. Gimenez, vieja y por siempre mejor amiga, y Lucía Marchiano, nueva pero comprensiva amiga. 

viernes, 3 de febrero de 2012

Libertad.

A veces, es difícil ser ese tipo de persona que siente que va en contra de todo, de todos. Uno se siente incomprendido. Y a uno lo suelen juzgar de estúpido, o inmoral, simplemente porque no le gusta jugar con las reglas de los demás. Esa persona que las cuestiona, y las cambia.

Así soy yo. Me siento incomprendida cada vez que abro mi boca para expresar lo que siento o pienso. La gente no me entiende, la gente me discute simplemente porque pienso distinto.
Me consideran inferior, inmadura, estúpida,sólo porque quiero elegir otro camino para mí. Porque no quiero ser la típica mujer: madre y esposa. No me gusta eso para mí. La gente no quiere abrir los ojos. La vida no es sólo eso. Hay cosas tan increíbles en el mundo, cosas que yo quiero conocer. Lugares que quiero pisar. Comidas que quiero probar. Me falta vivir tanto, y simplemente porque no quiero encerrarme en un mundo, en una ciudad pequeña y conservadora, en una ciudad-pueblo, yo soy la loca.
Me encantaría sacudir a esa gente. Gritarles y decirles que se pierden de tanto con sus vidas tan vulgares.
Tal vez sueñe muy alto, tal vez tenga ambiciones inalcanzables pero por lo menos miro más allá del horizonte. De esta barrera imaginaria que cada uno tiene. Quiero saltarla, vivir afuera de este tupper. Quiero probar cosas distintas. Quiero vivir experiencias inigualables. Nunca repetir. Nunca decaer. Nunca esconderme. Nunca encerrarme.
Lo único que quiero tener por el resto de mi vida es Mi Libertad. Ser libre como un pájaro para llegar alto. Volar y volar sin parar. El camino es lo que importa, y también su final. Acompañada de la Soledad y a la vez a la mano de aquellos que me aman. Pero sin restricciones, sin barreras, sin ataduras.
Libertad.